Un médico ginecólogo terminó suicidándose al descubrirse que grababa a sus pacientes en su consultorio del Hospital Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. El sujeto había coleccionado 1.200 videos y 140 imágenes que había guardado en su computadora personal.
Se pudo detener el accionar del depravado médico gracias a que en el 2013 un trabajador del mismo centro denunciara sus sospechas sobre que Nikita Levy (54) filmaba a las mujeres que atendía, valiéndose de una cámara oculta colocada en una lapicera.
Más de un año después de los hechos, el caso ha conmovido a la opinión pública estadounidense, al conocerse los valientes testimonios de las víctimas que, sin ocultar sus nombres, han contado a los más importantes diarios del país, sus miedos sobre volver a pisar el consultorio de un ginecólogo.
Levy, que estaba casado, fue despedido en 2013 al saltar el escándalo. No soportó la vergüenza y se suicidó colocándose una bolsa de plástico en la cabeza, pero antes de morir le escribió una carta a su esposa pidiéndole disculpas.
Al morir, el galeno nunca pudo ser acusado formalmente del hecho, por lo que hora el hospital donde trabajaba afronta 8.500 demandas, que en total suman una indemnización de 190 millones de dólares.
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