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5 razones por las que no te sirve perdonar

Si eres de la típicas que “perdonan, pero no olvidan” y en el fondo más oscuro de tu ser desearías que esa persona que te dañó pagara lo que te hizo con intereses agiotistas, tenemos algo para ti.

Perdonar un agravio, voluntario o involuntario, equivale a reconciliarte amorosamente con la fuente del daño, ya sea una persona, una jugarreta del destino o incluso una creencia o institución. 

Para decirlo pronto: reconciliarte es aceptar lo que ocurrió, asumir las consecuencias sin hacerte daño ni buscar venganza, observar la experiencia sin dolor y aprender de ella. Suena poco menos que imposible, pero justo por eso perdonar cuesta tanto.

Estas son unas buenas razones para evitar tanto trabajo y que podamos seguir atadas a esos rencores que cargamos como piedras y a esos malos recuerdos que nos distraen del presente:

1. No perdones, porque entonces descubrirás tu parte de responsabilidad.
Estamos tan preocupadas por revivir una y otra vez esa experiencia que nos hizo daño y a todos su protagonistas, que perdemos de vista que el perdón comienza con reconocer nuestra responsabilidad en el hecho y perdonarnos a nosotras mismas. Casi siempre, en algo contribuimos, piénsalo.

2. No perdones, porque entonces dejarás de odiar a alguien. 
Guardarle rencor a alguien implica que le dediques varios pensamientos al día, conversaciones enteras, dolores de estómago, llanto, enojos, etc., etc. Si dejas de odiarle, ¿qué harás con ese tiempo libre?

3. No perdones, porque entonces no podrás hablar mal de esa persona durante horas. 
Pocas reuniones tan largas y disfrutables como esos cafés con amigas para repasar el daño que te hizo, lo mal que te trató, cómo te gritó, lo miserable y ordinario que es, y cuánto has sufrido. ¿Por qué sigues dedicando tanta energía a alguien que era tan malo?

4. No perdones, porque entonces nadie podrá verte como víctima. 
Al dibujar a esa persona como un monstruo de Halloween, tú quedas como la chica buena de la película. Victimizarse es una de las mejores maneras de esconder nuestra verdadera personalidad… y a veces la escondemos tanto que la perdemos.

5. No perdones, porque entonces vivirás tranquila. 
Y tal vez hasta puedas ser feliz. ¡Qué aburrido!



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