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"El timbre" Un invento útil y con curiosos orígenes

Siempre las personas que visitan una casa anuncian su llegada con algún tipo de señal auditiva. 

La forma más simple y rápida de hacerlo consiste en golpear la puerta con el puño. En el pasado se practicaba también que los portones contarán con una persona que avisara la llegada de alguien, además de piezas semifijas de madera o de metal especialmente diseñadas para producir un sonido que llamara la atención. 

Sin embargo, todo cambió durante 1831 cuando Joseph Henry diseñó el primer timbre eléctrico, modelo que se fue ajustando con el fin de cambiar su molesto sonido que en varias ocasiones se quedaba pegado por tiempo indefinido.

Más tarde, en la década de 1920 el modelo ya se había mejorado y los molestos sonidos pasaron a ser más amables. Ya en la década de 1930 los timbres ya habían causado sensación y se solía regalar en navidad modelos con diferentes características.

Cabe señalar que uno de los hechos más curiosos -durante la masificación de este invento- fue que algunas señoras consultaban al doctor aquejadas de crisis nerviosas producto de la contaminación auditiva. El trastorno llegó a denominarse como “door-bell-nerves”.



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