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El niño que no experimenta hambre ni sed

Landon Jones es un chico de 12 años que ha perdido el impulso de comer y beber, posiblemente la única persona en el mundo que sufre de esta extraña condición médica.

Michael y Debbie están desesperados porque durante el último año han tenido que mantener a su hijo alimentado a base de obligación "sentimos que se deteriora frente a nuestros ojos", asegura el padre.

Landon se despertó la mañana del 14 de octubre del año pasado, había perdido todo sentido de hambre o sed, estaba tan mareado que casi se desmaya, aunque el día anterior como todo chico de 12 había devorado una copa de helado y pedazos de pizza.

"Algo pasó en la mitad de la noche y se despertó de esta manera, desde entonces no se ha detenido", asegura Michael.

Durante el último año ha asistido a citas con por lo menos cinco pediatras y ahora se encuentra a la espera de una en los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, Iowa en Estados Unidos, lugar donde se atienden algunos de los más extraños casos todos los años.

El chico comenzó a perder dos libras por semana: de 46.8 kilos pasó a 30.8 en el último verano.

En el lado contrario del espectro Landon batalla para ganar peso, no para perderlo en una nación con 18 por ciento de sus niños obesos y 21 por ciento de sus adolescentes.

El chico aún experimenta olores y sabores, el próximo paso será introducir dentro de su abdomen un tubo gastronómico que rodee la boca del chico y lo alimente directamente desde un hoyo en el estómago.

Los padres creen que el problema podría tener su raíz en el hipotálamo, dado que esta glándula hormonal regula el apetito y la sed, además de la temperatura corporal, la presión sanguínea, los ciclos del sueño y las funciones anatómicas.

Su padre dejó su trabajo para atender mejor a su hijo y ha invertido una gran cantidad de tiempo investigando acerca del hipotálamo, sin embargo, las deudas se han ido acumulando por la cantidad de estudios y tratamiento que ha requerido el chico.

El otoño pasado la familia recolectó a través de donaciones 150 dólares para costear la gasolina y transportar a su hijo a una cita médica "es muy humillante", dice Michael. La enfermedad continúa siendo un misterio.

Tres años antes, Landon había comenzado a tomar medicación por ataques epilépticos más comunes en niños llamados "ausencias repentinas" donde mantenía la vista hacia un lugar por espacio de unos segundos y perdía el movimiento, sin que se lastimara físicamente.

Michael y Debbie sólo esperan que alguien puede ayudarles a lidiar con la enfermedad de su hijo y pueda informarles de que se trata.



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